-- cayó al suelo sobre las hojas secas. Allí se quedó tumbada y estupefacta, sin tiempo de reaccionar, porque Jano se arrojó a su lado, la agarró por los hombros y le dijo zarandeándola: --Pero ¿puede saberse qué quieres de mí? ¿Por quéjuegasconmigodeestamanera?¿Quiéneres? ¿Quién eres tú? Repitió dos veces esta última pregunta al ver una gota de extrañeza o de miedo, que nunca había visto antes