cerrado. Estaba abierto. Pidió Arturo una Bilz, y un Pernod Arruti, que explicó: --Lo que tomábamos con tu abuelo, cuando iba a la estancia, a jugar a la baraja. --Eso fue en los últimos años de mi abuelo. Antes loacompañabasacazar. De nuevo hablaron de la huelga. Con algún asombro, Arturo creyó descubrir que Arruti no la condenaba y le preguntó: --¿No estás en contra de la huelga porque pensás