algún dolor en el viejo esqueleto y propuso: --Por favor, Mariana, vamos a sentarnos. Un individuo (¿qué hacía en la pista de baile, sin compañera, ni siquiera disfrazado?), la invitó, como si él no existiese. --¿Meconcedeestevals?--dijoconuntuosidad. Mariana le concedió una serie interminable, porque las mujeres no se cansan. Acodado en una mesita, junto a su vermouth, podía seguir las evoluciones