llevaron rápidamente a la certidumbre de que Viviana y Sepúlveda eran amantes y, poco después, a una sospecha más dolorosa: ¿no consistía el examen final de los internados en algo demasiado parecido a su inolvidable tercera noche? Por eso Viviana volvía siempretarde,cansada,apuradaporcomerunos bocados de lo que hubiera, y beber agua, y echarse a dormir. Olinden se preguntaba cómo Sepúlveda, si la quería, toleraba... «No lo tolera. Lo exige. Al fin