celos de Olinden empezaron probablemente la noche en que Viviana, hablando de quién sabe qué, dijo que él era inteligente «pero, claro, no tanto como Sepúlveda»: palabras que le helaron el alma. Con el tiempo se sobrepuso y,echandotodoalabroma,comentócon un amigo: «Tuve un arranque de soberbia diabólica. Sentí que no toleraba la suposición de que mi inteligencia fuera inferior a otra.» Recayó en los celos. Desde luego
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