no impide que un día la tenga.» Por si fuera poco, prometí buscarla. --No se queje. Prometió demasiado. --Ya verá. Un día le anuncié que había encontrado el tratamiento... Créame, aún hoy, después de todas lascosasmalasquenosalejaron,recordarlacara del pobre hombre en esa hora de esperanza, me conmueve un poco. Para llamarlo a la realidad, le advertí que no había hecho ensayos. Ni siquiera con