de que al bazar lo llamaban calle carrozada y que fue construido por un famoso pashá. Reflexión hecha, descubro que estas informaciones corresponden al bazar de Damasco, ciudad que no visité. Cuando llegué al hotel, cansado y hambriento, me esperabaunanovedadquealprincipionomealarmó: Abreu no había vuelto. Sentado en el hall de entrada, con la mirada fija en la puerta giratoria, postergué el almuerzo hasta donde lo permitió mi languidez. Almorcé, dormí