nos internamos por una calle de casas bajas, que me recordó, tal vez por sus chiquilines jugando al fútbol, barrios periféricos de Buenos Aires. «Quién estuviera allá», me dije. Este pensamiento nostálgico reavivó, vaya uno a saber por qué, mis recelos.DeboadmitirquelavozdeBresciamecomunicó tranquilidad. Decía: --Mi casa. Era una casa baja, con balcones a los lados, puerta en el medio y terraza arriba. La