pareció que avanzaba inevitablemente por un camino peligroso, desde cuyos bordes las cosas, aun las más familiares, lo miraban como testigos impasibles. Sin perder un minuto se largó a la facultad. En el primer piso, al salir de la escalera, la encontró. --¡Teacordastedetraerlosapuntes!--exclamó Valeria. La verdad es que ni se había acordado del examen de tesis. Traía los apuntes bajo el brazo porque estaba turbado y no sabía muy