despaché una tarjeta para el médico (Querido dottore: Viaje espléndido. Yo muy bien. Saludos) y por la calle de la Mercería me encaminé hacia la plaza San Marcos, mirando las ocasionales máscaras, como si buscara alguna en particular. Por algo se dice quesinosacordamosdeunapersonaalratolaencontramos. En un puente, cerca de una iglesia, San Giuliano o Salvatore, casi me llevo por delante a Massey. Con espontánea efusividad le grité: