en algún momento: «Pero bueno, esa gente que iba a la guerra, que se aglomeraba en las iglesias y en las manifestaciones, ¿cómo era en realidad?, ¿cómo se relacionaba y se vestía, qué echaba de menos,conarregloaquécánonesseamaba?Ysobretodo,¿cuáles eran las normas que presidían su educación?» Preguntas de este tipo fueron las que me llevaron a hurgar, ya hace quince años, en textos menores del siglo XVIII español