apenas si levantó la vista del bordado para rebatir. --Ya no le des más vueltas, primo --me dijo--. Fue él. Todo lo demás lo contó sin reticencias, hasta el desastre de la noche de bodas. Contó que sus amigas lahabíanadiestradoparaqueemborracharaalesposo en la cama hasta que perdiera el sentido, que aparentara más vergüenza de la que sintiera para que él apagara la luz, que se hiciera un lavado drástico de aguas de