triunfos del Imperio español hasta el siglo XVIII, que es cuando habían empezado a entrar en la Península los vientos antiheroicos y burgueses del progreso material, cuya culminación se situaba en el ateísmo de cuño extranjero implantado por la reciente República,detristememoria.Enterrarelpasadorecienteyexaltar el pasado remoto fue una de las más inquebrantables consignas de la España de Franco. No había estudiante de bachillerato, por escasa que fuera su aplicación, que no conociera las efigies y