, una de las pocas que podía ser formulada a bocajarro por una chica sin detrimento alguno de la modestia, servía de globo sonda sobre la incógnita personalidad del muchacho que nos había sacado a bailar o había estrechado por primera vez nuestra mano. Y la respuesta,tantosisepreferíaquefuerapositivacomonegativa, era esperada con una ansiedad casi clandestina. Daba mucho juego, ya lo creo, La Codorniz. Daba mucho pie. Le ponía a uno en la órbita de la disensión con su humor desorbitado, que a lo