primeras libertades que se tomaban los enamorados, al amparo de la oscuridad de un cine, no solía tener cabida aún en esta etapa, a no ser que se tratase de un muchacho particularmente atrevido. Pero la posibilidad de que aquella mano, que estaba tancerca,seposasesobrelapropiaenelmomentoenque los perfiles de Vivien Leigh y Clark Gable se empezaban a acercar, aceleraba los latidos del corazón con tal fuerza que se hacía innecesaria la bolsa de agua caliente.