hogar casi exclusivamente bajo el prisma de sus aspectos negativos, como ocasión de relajamiento y pecado. A nadie, ni siquiera a los censores más estrictos, se le ocultaba que estaba bien entrado el siglo XX y que aquel fenómeno, por muy alerta que conviniera estarsobreél,representaba ...un efecto normal, acaso más tranquilizador de lo que podía preverse, de la transformación debida a los trastornos nacionales y mundiales habidos los últimos decenios. Pero en el mismo texto