acomodaticios y más difíciles de domesticar, a quienes empezó a conocerse con el nombre de «camisas viejas», iban a verse --sobre todo a partir de la condena a muerte de Hedilla-- obligados a arrastrar una existencia lánguida o amenazada, cuya compleja historia nosalejaríadelpropósitodeestelibro. La única pieza del nuevo partido que mantuvo la identidad del partido anterior --escribía años más tarde uno de estos disidentes-- había sido la Sección Femenina de Falange, y ello por