la atención, repasando las revistas femeninas de postguerra, la preponderancia otorgada a la sección de bodas. En esta serie de fotografías, donde ella sonríe pudorosamente tras el velo de tul, y su acompañante, generalmente más viejo, la mira detravéscomoelqueestádestinadoacomerseunatartaempalagosa, destaca la discreción de que hacían gala en este ramo los modistos de firma. Lo más elegante, y también lo más español, era -según decían todos- poner el énfasis en la ausencia de