y la sombra de los padres, se hubier ido o no de la casa, estaba perpetuamente presente, contribuyendo a reforzar el encogimiento de los invitados para acceder a cualquier tipo de «avance erótico». Así ha resaltado un escritor de nuestros días el carácter ritual de aquellos guateques celebradosporlosadolescentesenlosañoscuarenta: Los jovenzuelos iban llegando y se iban apelotonando en el extremo de la sala principal, en el extremo contrario del que ocupaban las muchachas, aparentemente ocupadas en la selección