viene a cuento, que la aparición de La Codorniz --subtitulada «la revista más audaz para el lector más inteligente»-- merece ser destacada como uno de los pocos acontecimien culturales de cuño propio con la repercusión suficiente para empezar a demoler los tópicos que amenazaban con asfixiarnosyparaayudarnosaponerlosdogmasoficialesentela de juicio. Por la ventana de La Codorniz entró el aire saludable y desmitificador que poco a poco fue limpiando de telarañas trascendentes la mente de los jóvenes de postguerra. Aparentemente