del noviazgo no podría jamás basarse una dicha duradera y firme. Sería tanto como pretender aprisionar el misterio, el peligro, la impaciencia, todo eso, en fin, que constituye la propia esencia de la espera. Oseaqueelnoviazgoeracomounsarampióndelqueconvenía curarse cuanto antes. Lo malo es que en algunos casos se eternizaba, como veremos en el capítulo siguiente, y daba al traste con todas las defensas del organismo mejor dotado para