proporciones. El sueño y la ilusión mantenían a la mujer en las nubes durante un período más o menos largo. Y de las nubes de aquel paraíso ficticio se caía sin transición --cuando se caía-- en los raílesdelnoviazgoconunmuchachoconcreto,alquenoconvenía dar confianzas pero al que había que querer mucho. Aunque a la jovencita bienpensante nadie le hubiera explicado en qué consistía querer mucho a un novio. Ni le estuviera permitido adivinarlo por