es su fonética propia. Tampoco las chicas de los años cuarenta dormíamos con pijama. Se usaban unos camisones muy amplios de manga larga y abotonados hasta el cuello. Solamente en los ajuares de novia se veían modelos un poco más atrevidos y escotados, que las amigas delaprometidacontemplabanconunamezcladeenvidiaymalicia. El mismo hecho de desnudarse para meterse en la cama estaba contagiado del ritual pudoroso a que constreñían las prédicas incesantes sobre los peligros de complacerse en el propio cuerpo.