», se comentaba a veces en círculos de amigos enterados del caso. Y la respuesta era casi siempre la misma: «Hombre, yo lo comprendo, por no darle un disgusto a su madre.» De hecho alguna de estasrelaciones,queinclusofueronmonógamasyduraronaños, solamente acabaron santificadas ante el altar con la muerte de una señora de misa diaria, ropas oscuras y gesto de reina destronada, sobre todo si era madre de hijo único. El culto a la