el espíritu universal a caballo -a tenor de la grotesca y repelentemente reverencial mirada que tuvo Hegel para Napoleón-, no se tiene derecho a comprometer mínimamente la victoria vacilando ante la pretendida infamia de determinadas armas, ante la aparente inhumanidad de ciertos medios. Es la moral ecuménica, fundadaydifundidaporlosmonoteísmos,laque,remasticada con saliva de racionalidades laicas, ha vuelto a abrir los caminos de la guerra hacia una nueva e ilimitada barbarie. Así pues, la inhumanidad pavorosamente creciente de la guerra moderna en modo alguno se deriva