la superior instancia de los designios divinos, lo mejor y lo peor de su conciencia hasta dejarla hecha un guiñapo irreconocible. Pero si se han de aceptar los designios del Altísimo -o la Necesidad Histórica, como los llaman hoy-, conviene renunciar a comprenderlos, paraevitarcriteriostanimpresentablescomoladistinciónentrefines generosos y fines egoístas. Pues a ver quién se atreve a discutirme que el criterio del egoísmo sería, no digo más, pero sí al menos igual, de legítimo si se aplicase de esta otra manera: los fines del terrorismo son mucho más