la mala adormidera del vino. Ahora también se preguntaba por qué no llegó a entregarle personalmente una carta como ésta --o parecida a ésta--, una carta de despedida, cuando la vio por última vez. Pero Jano todavía no aceptaba la sinrazón,elmalqueFrancescapadecía;noquería creer en una despedida definitiva de ella y, a veces, luchaba con el ardiente deseo de regresar, de volver a verla. En su afán de olvidar y