Seis veces cambiaron la empleada del correo, y seis veces consiguió su complicidad. Lo único que no se le ocurrió fue renunciar. Sin embargo, él parecía insensible a su delirio: era como escribirle a nadie. Una madrugada de vientos, por el año décimo, la despertólacertidumbredequeélestabadesnudoen su cama. Le escribió entonces una carta febril de veinte pliegos en la que soltó sin pudor las verdades amargas que llevaba podridas en el corazón desde su
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DESPERTARI.1 - Interrumpir o hacer interrumpir el sueño y (de)volver a la consciencia