Texto contextualizado: |
muy bien de qué habían sido el preludio. Bebía y miraba, miraba y bebía hasta que el rostro de la foto se fue como encendiendo. Jano contempló insistentemente aquel fuego gozoso que había visto arder por vez primera en la Biblioteca Ambrosiana. Bebía y era el rostro suave y encendido --no el alcohol-- el que le encendía a él, el que con su sublime quietud le hacía arder. Veía una especie de fuego negro en la larga melena y en las pupilas; y un fuego blanco --como de nieve |
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