más bien grotesco. Pensaba en ella; pensaba también en aquella quiebra de su razón durante los segundos precisos para llegar a ahogarla; pensaba --y eso le estremecía sobre todo-- que un sólo instante antes de que dejara de defenderse, élquizásupoquelaestabamatando.En este punto su mente se crispaba y retrocedía y él no encontraba fuerzas para obligarla a progresar. Como si los centros nerviosos se agarrotaran, ya no lograba saber quién era