cada envite casi todo el tronco pero ella era pura y simplemente la mitad inferior de un cuerpo femenino y sólo entonces se excitó de verdad. Así, sin otra identidad que la de todos los cuerpos de hembra que estuviesen follando en cualquier cama del mundo en aquelprecisomomento,nacióenélunanecesidad tan imperiosa de introducirse entre aquellos muslos que comenzó a remedar los movimientos del otro macho, olvidandose de sí mismo y reproduciendo los de él con tal acompasamiento