Texto contextualizado: |
con un alma viviente; ni siquiera algún perro vagabundo de trote acobardado y rabo bajo, inevitable compañía ocasional de cualquier noctámbulo andariego, compareció a su lado. El único testigo de su correría desconcertante era, por tanto, su propia conciencia y al parecer ésta le exigía que se deslizase pegado a los muros de los edificios y a lo largo de calles secundarias, como un proscrito. Pero al hacerlo de esta manera estaba protegido. ¿Por quién? ¿Por qué? No sabría |
MIR:098.14 |