y con ellos a la propia figura que se agita como un alma atribulada por su eterna condenación. (¿Habría saltado hasta la ventana ante la que aquella mujer se desnudaba ignorante de la presencia del tren? Al menos, trató de atrapar su gesto con la mirada, lodeseóconardory,paracuandoquisodarse cuenta, había desaparecido sin llegar a sus manos. Nunca olvidó aquel menudo suceso ni la apasionante mixtura de ardor y fugacidad que lo convertían