y él pudo ver que el brazo izquierdo aún ocultaba el pecho, un instante antes de que éste quedase al descubierto, fuera ya del alcance de su mirada; entonces descubrió que tenía la nariz pegada al cristal y pensó que otro pasajero en el vagón contiguo alqueélocupabahabríahechosuyaala muchacha. Recordaría esta escena varias veces en ocasiones bien distintas. Unas veces visualizó a una mujer algo tosca y otras a una muchacha sedosa. Pronto se dio