la línea de derrota. Ella telefoneó sin motivo y él no lo percibió. La suerte huye de los vencidos como la agudeza de la costumbre. Parpadea. Al hacerlo siente un escalofrío dentro de su cabeza y se pregunta si el resplandor delapantalladeltelevisornohabrádecolorado el iris de sus ojos y privado a éstos del estupor con que el cuerpo se defiende de las sombras exteriores a las que no quiere ser devuelto. No teme a sus pensamientos,