con un monosílabo, emitía un suspiro, movía ligeramente la cabeza. Era un experto en el arte de callar y había extendido su admirable destreza al campo musical. Desde el día en que se había visto obligado a cruzar la frontera con los restos del ejército derrotado, había resueltoprotestarasumaneracontraaquella incalificable tropelía histórica: mientras Franco usurpara el poder no volvería a componer ni una sola nota. Su huelga artística, mantenida con voluntad inexorable, se había prolongado