fervientes consumidor de aquella droga que semanal o mensualmente les iba a deparar su encuentro en el papel con un hombre «distinto», o que las hiciera creer que ellas podían ser distintas. Cuanto más desgraciadas se sintieran en la realidad, más necesitaban de aquella identificaciónconlasheroínasinventadasporM.aMercedes Ortoll, M.ª Luisa Valdefrancos o Concha Linares Becerra, a las que cuando menos lo esperaban les llovía del cielo una ilusión que las hacía sentirse transfiguradas, distintas. El mago de esta alquimia