ni ella con otro. Estaba permitido que los novios «hicieran manitas» y que pasearan cogidos del brazo. Pero poco más. Lo de «hacer la bufanda», es decir llevar a la chica cogida por el cogote, sólo se aceptó algunos años más tarde. Seiniciabaparalaparejaunaetapatensaeingrata,sinmás sorpresas que las que pudiera depararle su propia conversación, muchas veces insincera y mortecina. Conscientes los usufructuarios de aquella incierta aventura de que su pacto suponía una inversión