acordaremos a unos días, a unos años, ante esa eternidad? Para tomarlos en cuenta hay que valorar demasiado, casi diría con exceso romántico, la existencia. No se rindió el discípulo. Con verdadera saña (así, porlomenos,leparecióaMelville)replicó: --Está bien, señor. Convendrá, entonces, conmigo, que si las posibles ganancias del cobarde son ridículas, con igual lógica llegaremos a la conclusión de que no es muy