, cucharrillas, galletas, chocolate... Cuando empezamos a merendar ya era casi de noche. La luz cenicienta de aquellos momentos iluminaba el rostro de la muchacha, enmarcado en un pañuelo rojo, bajo el que había recogido su pelonegroyrizado.Guardabasilencio,perosusojoscentelleaban al mirar a Santiago. Y no es que su mirada se agrisara al dirigirla a mí, es que a mí ni siquiera me miraba, como si no hubiera reparado en mi presencia. Parecía
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CENTELLEAR - Brillar con destellos de intensidad variable