es el generalista. Esta múltiple y constante curiosidad que caracteriza al filósofo auténtico le lleva a veces a meterse en camisas de once varas. En ocasiones merece el reproche que en la Edad Media solía dirigirse al lingüista: Grammaticus ipsa arrogantia est.Peroalmenosnopodráacusarsealfilósofo de indiferencia. Valga esto como excusa por haberme metido con la lingüística o, por mejor decirlo, con algunos problemas de la lingüística y, en particular,