en aquellos días a orillas del lago de Como había sorprendido, por vez primera, no sé qué extrañas sombras en tus ojos. »Ahora, Francesca, te contaré algo de lo que no llegaste a tener noticia. Una de aquellas tardes en quelalluviacesó,descendíaljardínybusquéel banco protegido por una hermosa Venus de piedra en el que nos gustaba sentarnos para charlar o leer. El suelo del jardín estaba sembrado de hojas y de