cipreses como fogonazos negros a la vuelta de los caminos... ¿Todo eran figuraciones detrás de la cortina de mi dolor, de aquella ausencia de ti a la que me veía obligado? Nunca llegaste a decirme en nuestras conversaciones siestuvisteenMonteoscuro.¡Tantasveceshedeseado imaginarte andando a solas por sus callejones...! Hasta he pensado qué estatuas, qué miradores, qué pórticos, te podían haber gustado más. »Si no lo sabes, Francesca