historia a través de aquella carta podía resultar la parte grata -venenosamente grata- de unos días de sombras, de músicas, de ruinas. Desdobló la primera de las cuartillas y comenzó a leer. «Francesca: quizá vuelvas a ser un reflejo de la quefuisteymedemuestreamímismoquenote apagabas, que el destino no nos separaba para siempre a medida que ambos --estando juntos-- nos íbamos quedando completamente solos en aquel caserón de Via Cappuccio