la cabina y con la cabeza caída sobre el pecho. Apenas se movían sus labios. Era al otro lado del hilo donde debían de hablar y hablar. La conversación resultó excesivamente larga. Luego Peter salió con brusquedad de la cabina y se dirigió apresuradamente hacia su habitación. Janodudóbastanteantesdedecidirseaseguirlocon el fin de interesarse por los resultados de aquella llamada. Al fin se levantó y fue hacia la habitación del pintor. Peter, sin abrir la puerta, le dijo que se