y nos urgía la soledad de aquella humilde casa en las laderas del pueblo. ¿Recuerdas, Francesca, la vieja casita de piedra con su olor a cereales y a frutas? Atardecía y las nubes presagiaban la lluvia, una gran tormenta. Los campesinos lanzaban bombas alcieloparaalejarla,peronosotrosnossentíamos felices al recibir aquellos primeros goterones que nos sorprendieron en el camino. Enrico, el sobrino de Lucía, iba delante de nosotros, a través del bosque,