un nuevo error. Ahora fue el error de dejarte sola una tarde, ante la urgencia de tener que ir yo al pueblo a comprar nuevas velas; aquellas velas que prolongaban nuestros atardeceres e iluminaban nuestras noches, que intensificaban las conversaciones, laslecturas,lasmúsicas,quealejabanaquelinstante último en el que la oscuridad de la casa acababa convirtiendose en un negro útero que nos anulaba emocionalmente. »Fui al pueblo de prisa y no tardé en volver,