Texto contextualizado: |
y sus ambiciones, y sus confusiones, se habían petrificado en la piedra de aquella plaza que la niebla difuminaba. Sólo existíamos nosotros dos, aquella tibieza de nuestras manos sobre la húmeda balconada también de piedra; una piedra que no transmitía sensación alguna, música alguna. »Cuando acabado el entreacto volvíamos a la penumbra del teatro, la realidad seguía manteniendose distante y engañosa en la representación escénica. Lo último que nosotros hubiéramos podido imaginar es que cuanto se cantaba y |
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