la sangre, un mármol que en algunas de sus partes --especialmente en el finísimo velo que le cubría las sienes-- filtraba ardorosamente la luz. »Recuerdo, perfectamente, Francesca, el aire de ausencia que tenías la noche que llegamos; pero todavía hicisteunúltimoesfuerzoparaaferrarteatus cosas --¿a tus cosas?--, a tu mundo. También habían cortado la luz eléctrica. Era una forma más de presionarnos, de invitarnos a que nos fuéramos. Sin