yo lo arreglaré todo. --Seguro --dijo ella. Y con esto dio fin nuestro coloquio, porque los dos policías se la llevaron en una dirección y a mí me arrastró en la opuesta el comisario Flores, a quien, no bien hubimos dado unos pasos, dije que intercedierapormipobrehermana,quenotenía culpa alguna, cosa que no pareció enternecerle demasiado. Seguimos andando y salimos a la calle por una puerta lateral. No me esperaba allí una ejecución